Un científico pone fecha al fin del mundo y confirma: el 13 de noviembre…
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Recientemente, se ha hecho viral en redes sociales una antigua profecía científica de Heinz von Foerster, formulada en 1960, que predice que el 13 de noviembre de 2026 podría ser un momento crítico para la humanidad. En su informe, titulado «Doomsday: Friday, 13 November, A.D. 2026», los investigadores alertan sobre un posible colapso de los sistemas vitales de la sociedad, en lugar de predecir un apocalipsis inmediato. Según Von Foerster, si la población mundial continuara creciendo al ritmo de la época, los recursos naturales y la infraestructura no serían capaces de soportar a una población cada vez más numerosa. Esta situación podría manifestarse en una crisis de escasez de alimentos y agua, y aunque el crecimiento poblacional ha comenzado a estabilizarse, las preocupaciones sobre la sostenibilidad a largo plazo siguen siendo válidas.
A lo largo de la historia, hemos visto múltiples predicciones sobre el fin del mundo que no se han materializado, lo que añade un matiz de escepticismo a la profecía de Von Foerster. Ejemplos notables incluyen las predicciones de un diluvio universal en 1524, y los alarmantes anuncios sobre el cometa Halley en 1910, entre otros, que nunca se hicieron realidad. Ahora, el estudio de Von Foerster invita a una reflexión acerca de la capacidad de la Tierra para sostener la vida humana frente al crecimiento demográfico. Más allá de la fecha en cuestión, su investigación subraya la importancia de abordar los problemas de sostenibilidad y el uso responsable de los recursos en el futuro.
Heinz von Foerster predice la fecha del fin del mundo
Heinz von Foerster, un físico austriaco, predijo que el 13 de noviembre de 2026 podría marcar un año crítico para la humanidad, basado en un estudio que realizó en 1960. Este informe advierte sobre el aumento exponencial de la población y cómo, si se mantiene esa tendencia, los recursos del planeta podrían agotarse. A medida que la población sigue creciendo, junto con problemas como la inseguridad alimentaria, la urbanización desmedida, la deforestación y el cambio climático, von Foerster sugirió que estos factores podrían conducir a un colapso en la Tierra.
La idea de un «fin del mundo» no se refiere a desastres cataclísmicos, sino a un colapso de los sistemas vitales que sostienen la vida humana, generando una escasez crítica de recursos básicos como alimentos y agua. Aunque muchos lugares han visto una desaceleración en el crecimiento poblacional debido a cambios sociales y educativos, la advertencia de von Foerster sobre la sostenibilidad sigue siendo pertinente.
A lo largo de la historia, han existido numerosas profecías sobre el fin del mundo que no se han cumplido, lo que subraya la dificultad de prever el futuro. Desde la profecía de un diluvio universal en 1524 hasta las predicciones de Nostradamus y el malentendido del calendario maya en 2012, estos augurios han alimentado el miedo apocalíptico en la cultura popular.
Sin embargo, el verdadero mensaje detrás del estudio de von Foerster no es el temor al apocalipsis, sino una invitación a reflexionar sobre cómo gestionamos los recursos del planeta. La clave para un futuro sostenible reside en encontrar un equilibrio entre el crecimiento humano y la capacidad del planeta para soportar ese crecimiento, lo que requiere una colaboración entre gobiernos, empresas y ciudadanos.
La teoría de Stephen Hawking
La inquietud por el fin del mundo ha persistido a lo largo de la historia, alimentada por mitos y profecías, pero en los tiempos modernos ha adoptado un enfoque más científico. Stephen Hawking, reconocido físico, previó que, si el cambio climático y el efecto invernadero siguen sin control, la Tierra podría volverse inhabitable para el año 2600.
Este sombrío panorama se basa en la creciente preocupación por el calentamiento global, la superpoblación y el uso irresponsable de los recursos naturales. Hawking subrayó la urgencia de tomar medidas drásticas para reducir las emisiones contaminantes y proteger el planeta. La NASA también apoya estas advertencias, llevando a cabo investigaciones para monitorear amenazas como asteroides y el impacto del cambio climático, enfatizando que es vital actuar para evitar un colapso ecológico.
Por otro lado, la idea de colonizar Marte ha pasado de ser una mera fantasía a un objetivo que podría materializarse en un futuro no muy lejano, impulsado por la necesidad de encontrar alternativas para la humanidad en caso de crisis en la Tierra. Marte es considerado un candidato viable debido a sus similitudes con nuestro planeta, aunque la colonización enfrenta numerosos desafíos técnicos y éticos.
La delgada atmósfera marciana, compuesta mayormente de dióxido de carbono, y la falta de un campo magnético adecuado son obstáculos significativos. Para que los futuros colonos puedan sobrevivir, necesitarían estructuras que los protejan de la radiación y el clima extremo. Además, la terraformación de Marte, que busca hacer el planeta habitable, plantea preguntas sobre la ética de transformar otro mundo. A pesar de los retos, la exploración marciana podría ofrecer avances en la comprensión del sistema solar.